Efesios 5. 22 al 33. Si bien habla el rol del marido hacia la mujer como Cristo a la Iglesia, podemos ver cuál es mi obligación como mujer cristiana. Sujetarme a Cristo para saber en un futuro sujetarme a mi esposo, o en el presente, saber sujetarme a mis autoridades (vs. 22 - 23). Esa sujeción es por amor, por lo que EL HIZO siendo mi Ejemplo. ¿Cuál es el proceso de la entrega de Cristo por amor? ¿Qué ejemplo me dejó? Se entregó, me santificó, me purificó y purifica por su Palabra. (¡Que importante es poder pasar tiempo con El y Su Palabra! esa será mi medida de pureza, y ese será el termómetro para saber como estoy)(25-26). El fin es (26-27): ser presentada ante El como la Iglesia Gloriosa (honorable, preciosa), Sin mancha (blanca, pura), sin arruga (sin dobleces sin cosas ocultas), santa (apartada para el Señor), mientras en el presente debo saber que El me sustenta, cuida, y me hizo miembro de su cuerpo. ¿Qué desafíos no? Cristo ya hizo todo por mi, ¿Podemos hoy decir que...
Qué niña no ha soñado ser parte de la realeza, ser princesa en un gran castillo... En la Genealogía de Jesús encontramos cuatro mujeres que tal vez, durante su niñez, han soñado ser parte de la realeza, y habrán hasta jugado en su imaginación infantil. Tal vez se soñaban en grandes casas reales, siendo esposas de algún importante rey; pero al ir creciendo, esos sueños desaparecieron, la realidad les mostraba que su rumbo no era hacia la casa real. Tamar, Rahab, Rut, Betsabé, ante la vista de las personas eran las menos dignas de ser parte de una realeza, ante la vista de las personas eran: Tamar la adultera, Rahab la ramera, Rut la moabita, y Betsabé la que adulteró, y quedó embarazada de quien no era su esposo, dignas de ser incluso excluidas de la sociedad. Pero...allí apareció una mirada diferente, una mirada de Compasión, una mirada de Misericordia, una mirada de Gracia...La mirada de Dios, la mirada que transformó la realidad de cada una. Tamar no era ya mirad...