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Un corazón en el desierto de Dios

Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.”
 Oseas 2.14

I.                   INTRODUCCIÓN

Imaginá que ganaste un viaje donde tenés la oportunidad de recorrer lugares exóticos, y dentro del paquete hay: playas de arena blanca, bosques hermosos, un transparente y hermoso lago, escalar una gran montaña, y entre esos hermoso y exóticos paisajes, conocer el gran desierto de Sahara. Quizá, si te dieran la oportunidad de elegir los lugares a recorrer sacarías conocer el desierto. ¿De que sirve conocer el desierto? Solo encontramos arena y más arena, sol, calor, y tal vez aparezca algún oasis, si es que no nos gana un espejismo antes.
Dios tiene un itinerario en nuestras vidas, muchas veces nos lleva a lugares que realmente nos encantaría quedarnos para siempre, esos momentos que disfrutamos, estamos satisfechas, y nos acostumbramos, y aun nos distraemos con las bellezas que nos ofrecen esos hermosos lugares. De repente el Guía (Cristo) decide que es hora de seguir, y conocer el desierto, y allí nos lleva.

II.                PROPOSICIÓN

Tal vez te estés preguntando ¿Por qué Dios permite desiertos en nuestras vidas? Esta pregunta me la he hecho una y otra vez, y hoy veremos el por qué, y veremos que los desiertos de Dios no son como nosotros imaginamos:

III.             PUNTOS PRINCIPALES:
El pueblo de Israel estaba acostumbrado a la idolatría, cualquier nuevo pueblo que estaba en amistad con ellos, ellos se dejaban influenciar por sus costumbres e ídolos. El libro de Oseas predica el amor de Dios hacia Su Pueblo, aun cuando ellos fornicaron con otros dioses, confiaban en algún modo en Jehová, su corazón estaba divido. Oseas es el primer profeta de la gracia, y el primer evangelista en Israel. Nos presenta la esposa prodiga. Dice el comentarista Mathew Henry: “Cuando Dios tiene en reserva gracia y misericordia para alguno, lo conduce primero al desierto, a la soledad, y al retiro, para mejor poder conversar con el fuera del ruido de este mundo y a veces a la aflicción y al apuro del exterior, para abrirle así el oído a la disciplina.”

DIOS PERMITE LOS DESIERTOS PARA:

1)      Atraernos a El. “Pero he aquí que yo la atraeré…”

¿Atraernos? ¿Por qué razón? Porque muchas veces al transitar por lindos paisajes de nuestra vida, cuando todo nos va bien, no tenemos pruebas, comenzamos a olvidar a nuestro Dios. Empezamos a disfrutar tanto de la vida, que nos olvidamos de LA REAL VIDA (Cristo), nos acostumbramos a El, hacemos de nuestra vida cristiana una rutina, un pequeño paraíso a nuestra manera. Un buen empleo, un sueño cumplido, una relación esperada, el hecho mismo de estar acá estudiando Su Palabra, puede hacernos alejar discretamente de El, de nuestro Señor. Comenzamos a crear pequeños “paraísos”, y empezamos a rearmar nuestro propio itinerario, y comenzamos a alejarnos del Guía.
El pueblo de Israel me recuerda mucho a esto. Ellos salieron de Egipto (su pequeño “paraíso”), aun cuando sufrían allí tenían sus ajos y cebollas, estaban cómodos. Pero un día Dios dio la orden para que salgan, y llevarlos a la tierra prometida, al lugar donde fluiría leche y miel, donde habría abundancia. ¿Como rechazar semejante oferta de viaje? Tenían su pequeño paraíso, pero había otro mucho mejor para conocer, serian libres de sus opresores, vivirían en libertad, y el itinerario llevaría tan solo 3 días!!. Pero los planes de Dios eran otros para su pueblo.
Dios los sacaría de Egipto para darse a conocer a ellos de una manera real, porque los amaba, necesitaba mostrarles Su Amor, necesitaba que vuelvan sus miradas a El, que olvidaran la “comodidad” de Egipto, y así lo hizo, los saco de Egipto, pero antes de entrar a la tierra prometida, los llevó al desierto, y los hizo pasar por el desierto.
Muchas veces estamos cómodos en nuestro lugar, allí nos olvidamos de nuestro Señor, desviamos la mirada de El, nos acostumbramos a una vida cristiana “normal” donde todo es un “paraíso” a mi manera, pero nuestro corazón esta lejos de El. Y esto nos lleva al segundo punto:

2)      Estar a solas con El. “…la llevaré al desierto”

Dios en su misericordia, nos lleva al desierto, para estar a solas con el, para que solo a El escuchemos, porque en Su desierto El es nuestra única compañía, aun cuando estés rodeada de muchos de tu pueblo. En Deuteronomio 8:2 nos dice: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.”  Vemos que el pueblo de Israel fue llevado al desierto para ser probado su corazón, aun Dios les hizo pasar aflicciones para enseñarles a guardar sus mandamientos, recordarlos, hacerlos suyos. Cuando Dios te lleva al desierto es para mostrarte que hay en tu corazón, “…para saber lo que había en tu corazón” Dt. 8:2, cuando crees que todo esta bien, el te atrae allí, al lugar donde puede estar a solas con vos, el lugar donde te confronta con la realidad de que tu “paraíso” es un espejismo que te alejo de el, que te hizo tener seguridad en muchas otras cosas, y no en El.
Cuando leí la palabra desierto, me llamo la atención, busqué su significado, y me llevé una gran sorpresa: DESIERTO en el original significa: pasto, potrero (i.e. campo abierto a dónde se arrea el ganado); por implicación desierto (Strong), o sea Dios no te lleva a un desierto de arena, sol, calor, sino a un lugar de pastoreo  para pastorearte, no para que sufras calor, hambre, sed, sino para pastorearte para decirte con ese Amor Eterno que el tiene hacia vos: Pequeña oveja mía, te amo, y si te traigo a estos lugares es para restaurarte, para amarte, y enseñarte que aun hay cosas que necesitas aprender, y para que vuelvas a comer de mis pastos, beber el agua que yo te doy. Este es el lugar seguro. 

3)      Hablar a nuestro corazón. “…y hablaré a su corazón”
Dios solamente al tenernos a solas con El puede hablar a nuestro corazón, porque nuestra boca puede estar muy cerca en apariencia de El, pero nuestro corazón puede estar a kilómetros. Dios necesita ir al centro de nuestras emociones, al centro de nuestros deseos, anhelos, y al centro del trono de nuestra vida. La única manera de ser confrontados por El, es hablando a nuestro corazón, donde el orgullo, la autosuficiencia y la fascinación tienen muchas veces el trono. Donde el Buen Pastor debe ser el centro, el que este sentado, y la única manera es llevándonos a la soledad. Cuando Dios llega a tu corazón, lo quebranta con Su Palabra, y allí puede hablar, y tu escuchar.

4)      Sustentarnos con Su Palabra.
Allí en el desierto Dios sustento con maná, y dio agua a su pueblo. Dios te acompaña por ese desierto, no te deja sola, el como el Buen Pastor te alimenta con Su Palabra, y Su Espíritu como ríos de agua refrescante te vuelven a El. Su desierto no es un desierto de desesperanza, sino un lugar de pastoreo donde serás sustentada.

IV.              CONCLUSIÓN
Entonces cuando Dios te lleve en su itinerario a recorrer el desierto RECUERDA: 1) Que es necesario para mirarlo a El nuevamente, porque algún “lindo paisaje” te distrajo, y sacó tu mirada del guía.
2) Que su desierto es un lugar de pastoreo para enseñarte, probarte, mostrar que hay en tu corazón.
3) Hablar a tu corazón clara y tiernamente.
4) Para alimentarte con Su Palabra y darte su agua fresca. Su desierto es un lugar de satisfacción espiritual.

Por eso, cuando pases por el desierto de Dios, no lo veas mas como un sequedal, o un lugar donde solo verás la arena de la desesperanza, y sentirás el calor de la prueba, SINO que puedas de ahora en más, verlo como el lugar donde Dios te atrae con sus cuerdas de amor a El nuevamente, donde pastorea tu corazón, y te sustenta trayendo satisfacción a tu alma, y recordando sus estatutos y mandamientos para continuar el itinerario que el tiene para tu vida.



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