Si Dios dirige tu barca, no temas llegar a buen puerto. En el mar de las decisiones tememos enfrentar la tormenta de la duda, los vientos de incredulidad, y las olas del temor, pero allí es donde debemos confiar en el Gran Capitán que parará la tormenta con su voz de Verdad, nos hablará con su silbo apacible y traerá la paz que solo El sabe dar hasta llegar al puerto de Su Voluntad.
Mi jornada con Dios -